Entrevista investigador CSIC Óscar Martín Eva Rancho La Provincia 18 Oct 2013.pdf
Este madrileño nacido en 1979 es un investigador por Doctoral en el Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que analiza la influencia norteamericana en España durante los años 60 y 70. Es coautor del libro ‘Claves internacionales en la Transición española.’ Ha publicado artículos en revistas como ‘Cold War History’. Ayer impartió en Humanidades de la ULPGC una conferencia sobre la diplomacia de EEUU durante el final del franquismo.
Óscar Martín García
Investigador por Doctoral en el Instituto de Historia del CSIC
“EEUU no sabía si quería monarquía parlamentaria o autoritaria en España”
Eva Rancho
LA PROVINCIA / LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 18 Octubre 2013
¿Hasta qué punto conocía la Administración de EE.UU. la preparación del atentado de ETA sobre Carrero Blanco, en diciembre de 1973?
Hay también una leyenda urbana de que la CIA o los servicios de inteligencia norteamericanos lo conocían. Por la documentación que he podido consultar, creo que no tenían ningún tipo de conocimiento. Sí que ellos conocen que en España está actuando ETA, que representa una amenaza para las fuerzas de seguridad del Estado y algunos cargos del entramado franquista.
¿Era el almirante una figura política no ideal para el proceso democrático en España?
Lo consideraban muy importante dentro del régimen porque la apuesta principal norteamericana era el príncipe Juan Carlos y Carrero Blanco era su tutor y tenía buenos contactos con EE.UU. Creen que el Príncipe es una solución de continuidad franquista que no pondría en peligro la estabilidad política del país. Y miraban que un cambio de régimen desordenado, convulso, podría poner en peligro sus privilegios militares en la Península. Sobre todo, en esos primeros años 70, estiman a Carrero como una figura estratégica en tanto en cuanto era una buena carta para apoyar la candidatura del Rey para suceder a un Franco ya octogenario. Hay que entender que dentro del entramado del régimen había divisiones, luchas internas para tomar posiciones de cara a la muerte de Franco y no estaba nada claro que el Rey fuera su sucesor aunque le nombrara desde 1969.
A partir de los Acuerdos de Torrejón en 1953 por los que EE.UU. pudo construir bases militares en suelo español, ¿ya se vaticinaba una situación diferente para el franquismo?
No. Cuando los firman no están pensando en una transición a la democracia en España. Son mucho más pragmáticos. Después de la II Guerra Mundial siguen una política muy hostil contra el régimen franquista porque, de alguna manera, aunque no tomase parte de la contienda, sí que apoyó a las potencias del Eje, al fascismo italiano y al nazismo alemán. Y de ahí que cuando acabara la guerra, hay un aislamiento internacional por las potencias vencedoras contra el franquismo como reducto autoritario en una Europa democrática.
Esta actitud norteamericana va cambiando con el paso de los años, porque se va conformando un nue- vo escenario internacional: la Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética. Entonces, la dictadura franquista comienza a interesarle a los EE.UU. desde el punto de vista geoestratégico y anticomunista de España para tener bases militares [Torrejón, Zaragoza y Morón].
¿Washington era proclive a la restauración de una monarquía en España tras la dictadura?
Sí. Pero lo que no tenían tan claro los americanos era que fuese una monarquía parlamentaria. A ellos lo que le interesaba era mantener las bases. Cuando muere Franco, hay diferentes proyectos políticos y uno de ellos era la jefatura de Estado en la figura de Juan Carlos, pero en ese momento lo que teníamos era una monarquía autoritaria, aún no había democracia. Y esa solución agrada a EE.UU. No estaban firmemente comprometidos con la instauración de una democracia en España. La monarquía parlamentaria vino después, y tampoco estuvieron en contra. Es la historia de una contradicción e hipocresía.
¿Las cosas habrían sido diferentes para España en la pos- guerra mundial si EEUU la hubiera incluido en el Plan Marshall (Plan de Reconstrucción Europeo 1947-51)?
Claro que sí. No entra como castigo por sus pecados anteriores por haber estado de parte de ale- manes, italianos y japoneses. No se puede entender el desarrollo económico y social de Europa Occidental a finales de los 40 y todos los 50 sin la gran ayuda americana a través de este plan. Y parte del retraso español se explica por la situación interna obviamente de posguerra, hambre, miseria, y porque los americanos no incluyeron a España en el plan.
“EEUU estimaba a Carrero Blanco como figura estratégica para apoyar al Rey como sucesor de Franco”
“No está clara cuál habría sido la actitud americana si el golpe de Tejero hubiese salido adelante”
Habla en su conferencia de una diplomacia pública en EE.UU. ¿Había una privada?
No. La diplomacia pública y cultural de un Estado es el conjunto de políticas culturales, informativas y educativas, como el programa FulBright, que los EE.UU. desarrolló en España durante los años 60 y 70 para mejorar su imagen y atraerse determinados sectores de la opinión pública española que estaban desarrollando sentimientos muy antiamericanos debido al apoyo americano al franquismo. EE.UU. se da cuenta de que una buena parte de la clase política que en el futuro posiblemente comande un cambio de régimen en España son los universitarios de ese momento, que se manifiestan cada vez más contra la dictadura y EE.UU.. Y eso sería desfavorable para sus intereses de las bases. Es una diplomacia sutil.
¿Qué políticos españoles se acogieron a esos programas, becas de estudio?
Peces Barba, Chaves, la ex ministra socialista Sinde, la ex ministra de Aznar Pilar del Castillo…
¿Cree que más documentos clasificados sobre el enfoque que tenía EE. UU. sobre España deben ver la luz?
Sí. Yo he investigado en bibliotecas presidenciales y en los NARA, archivos nacionales estadounidenses donde se concentra toda la documentación generada por el Departamento de Estado y por los diferentes órganos gubernamentales de los EE.UU.. Si bien ya hay documentación interesante, pero sí que hay cosas que están por descubrir. Se sabe poco sobre la opinión de la embajada de los EE.UU. ante el golpe de Estado del 23-F. No está nada claro cuál hubiese sido la actitud americana durante las horas de la ocupación de Tejero y si eso hubiese salido adelante.
¿Temió EE.UU. por un golpe de Estado tras la legalización del Partido Comunista por Adolfo Suárez en 1977?
EE.UU. no era favorable a legalizarlo. Consideraban que podía generar conflictos y desestabilizar un país ya de por sí con alto nivel de conflictividad social, crisis económica, democracia frágil, y dar al traste con la Transición, y la posibilidad que la ultraderecha reaccionara mediante un golpe. Creían mejor que se celebrasen unas elecciones ‘democráticas’ pero sin participación de los comunistas.