PDF Entrevista actor Carlos Hipólito Eva Rancho La Provincia 27 Julio 2013.pdf
A este intérprete madrileño de 57 años le avalan premios de teatro tan importantes como el Max o el de la Unión de Actores, y el de la Academia de la Televisión, entre otros. Casado con la actriz canaria Mapi Sagaseta, el actor Carlos Hipólito voló el pasado miércoles rumbo de nuevo a Madrid desde Gran Canaria, donde ha estado disfrutando de unas vacaciones. Disciplinado hasta la médula con todo lo que hace, se ha labrado una dilatada carrera artística de más de 30 años tras dejar tercero de Arquitectura. No le falta el trabajo: en otoño estrena la comedia teatral El crédito en Bilbao y la serie Hermanos en televisión.
Carlos Hipólito
Actor
“Vengo todos los años a Gran Canaria y ya me he ‘canarionizado”
Eva Rancho
LA PROVINCIA / LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 27 Julio 2013
¿Cómo le han sentado las vacaciones en la isla?
Maravillosamente bien. Ya soy un poco canario de adopción porque mi mujer es de aquí, vengo todos los años, me siento a gusto aquí. Hemos estado unos 20 días en Fuerteventura y en Las Palmas.
¿Algún rincón que haya descubierto?
Hacia el norte de Gran Canaria, un restaurante italiano que no conocía en el Roque, que está en un sitio fabuloso. En Las Palmas hemos estado más en plan familiar. Y en Fuerteventura, no conocía las playas de Corralejo que son realmente espectaculares. Ha sido estupendo con mi familia.
Entonces, ¿ya está’ canarionizado’? (entre risas)
Sí, un poquito canarión ya soy.
Hay otra cosa que le vincula a Canarias. Interpretó a Benito Pérez Galdós en la película Holmes & Watson. Madrid Days el año pasado. ¿Qué recuerdos guarda?
Yo le dije a Garci: “Es que no me parezco en nada” (entre risas), “no importa,’dijo. Era una intervención breve, pero era muy bonito lo que Garci escribió. Soy un admirador de su literatura y Galdós me parece uno de los más grandes. Es un honor tenerle en el currículo.
¿Algún personaje que le haya marcado por alguna razón?
Quizás en televisión siempre recordaré con un aprecio especial a Alfredo Marcos. Yo hacía de padre en la serie Desaparecida. Dejó un recuerdo emocional en mucha gente. En teatro, son todos maravillosos. Y en el cine, el primer protagonista que hice, Carlos Lobo, un vendedor de seguros en la primera película de Mariano Barroso, Mi hermano del alma, junto a Juanjo Puigcorbé.
Si fuera político por un día, ¿qué cambiaría con respecto a la subida del 21% de IVA en el sector de la cultura?
Para empezar me moriría de vergüenza porque no digo que haya gente fantástica en la política, pero de lo que está pasando ahora mismo, cambiaría prácticamente todo.
¿De arriba a abajo?
Creo que sí. Para empezar, intentaría luchar por conseguir una sociedad más justa, no sólo a través de medidas puntuales, que están dañando sobre todo a nuestro estado del bienestar. En el terreno de la cultura, el 21% de IVA ha sido un hachazo absoluto para nuestro sector. Parece mentira que no se den cuenta de ello: primero, están recaudando mucho menos dinero que antes, pero es que se están llevando por delante todo un sector al que le va a costar muchísimo levantar cabeza. Hay un montón de pequeñas y medianas empresas que están cerrando: escenógrafos, gente que construye decorados, peluqueros, maquilladores, material de luces… Se están perdiendo muchos puestos de trabajo.
El 21% de IVA ha sido un hachazo absoluto para nuestro sector
Una ley en teatro: te pase lo que te pase lo que te pase en tu vida, a la hora de la función tienes que estar impecable.
Hablando de la crisis, ¿lo ha vivido de cerca, ha notado menos llamadas?
Yo estoy pasando por una racha profesional muy buena, a pesar de que en general hay menos trabajo. Pero las llamadas que me hacen para cine son nulas. La televisión está tirando más de reposiciones porque hay menos dinero para producciones. Pero no pierdo de vista lo mal que le está yendo a montones de compañeros: hay un 90% de paro en España en el sector. Este dato lo dio el secretario general de la Unión de Actores hace dos meses en una gala de premios de la Unión en el Teatro Coliseum y nos quedamos todos patidifusos.
Su proyecto más próximo es ‘El crédito’, junto con el actor Luis Merlo. Con este título, ¿qué espera al espectador que acuda al Teatro Maravillas de Madrid desde el 27 de septiembre?
Estoy muy ilusionado. Es la tercera obra que hago con el autor Jordi Galcerán: una comedia actual de hora y media sobre un director de banca y un tipo que le viene a pedir un crédito. Es divertidísima y va entrando en una espiral de disparates. Durante las primeras lecturas a veces no podíamos parar de reír. Humor muy inteligente y eficaz, lleno de sorpresas que hace que el interés no decaiga.
¿Qué papel hace?
El director de la sucursal (entre risas). El 6 de agosto empezamos a ensayar para estrenar el 19 de septiembre en Bilbao y después el 27 en Madrid y me gustaría invitar a todos mis amigos canarios.
Su lista de galardones es innumerable, ¿guarda alguno con especial cariño?
Todos porque cada uno es especial. Tengo la suerte de tener premios que me han dado los compañeros de profesión, tanto el Max como el Premio de la Unión de Actores. Es estimulante. Pero luego tengo de la crítica (Ojo Crítico de RNE, Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid) que me llenan también de satisfacción, y otros por votación del público. Parece que de momento… ¡vamos gustando! (entre carcajadas).
Estuvo cerca de ganar el Goya en el 2002 por su papel en Historia de un beso.
¡Me encantaría ganarlo! Ojalá algún día. Bueno, no voy a pedir más premios, porque me han dado tantos que ya voy bien servido.
En medio de un rodaje de cine, encima del escenario de un teatro o en un plató de televisión. ¿Con cuál se queda? ¿Cuál es el más enriquecedor?
Me siento a gusto en los tres medios. Cada uno te ofrece cosas maravillosas como intérprete. El escenario quizás es el lugar natural del actor, donde tu trabajo tiene una respuesta inmediata, si estás conectando con el espectador y el estímulo del directo. Pero el cine y la tele te permite llegar a muchísima más gente en menos tiempo, y por otro lado, también te da posibilidad de un primer plano: con una mirada puedes contar muchas cosas. Pero lo que me gusta es hacer personajes, me da igual el lugar.
Hace ya un lustro en un canal andaluz comentó que aunque el teatro sea placentero, también es una disciplina durísima.
¿Cómo se entrena para ello? La experiencia es un grado. ¿Algún secreto?
Una ley en teatro: te pase lo que te pase lo que te pase en tu vida, a la hora de la función tienes que estar impecable. A veces estás mejor o peor de salud o anímicamente y eso es duro a veces. Creo que los que hacemos teatro tenemos una pasta especial. Eso se asume y se consigue estar a la altura a base de disciplina, concentración y mucha salud: voz y cuerpo en condiciones.
¿Las visitas al otorrinolaringólogo deben ser regulares en la carrera de un actor?
Es un personaje importante nuestra vida. En los dos últimos años he estado cantando en los musicales en Madrid. He tenido que cuidarme mucho y llevar una vida más medida. He hecho las visitas al otorrino simplemente para comprobar que todo iba bien.
La versatilidad es una de sus señas de identidad. Lleva 12 años interpretando a esa vocecilla que se escucha en la cabeza de un Carlos Alcántara adulto en Cuéntame cómo pasó, expresando sus opiniones y sentimientos. ¿Qué ha supuesto para usted esta serie?
Una gran alegría. Ninguno de los que empezamos esa serie pensamos que iba a durar tanto. Cada año tiene más éxito que el anterior y ahora se va a hacer una nueva temporada para el próximo año. Me gusta estar ahí porque tiene una calidad muy grande y me divierte mucho hacer esa locución, me sor- prende y me halaga que una voz en off pequeña, ese Carlos adulto que va recordando, se ha convertido en un personaje más de la serie.
Hemos escuchado también sus cuerdas vocales privilegiadas cantando como el capitán Von Trapp Edelweiss en el musical Sonrisas y Lágrimas o en la comedia Follies, de Mario Gas, el año pasado por el que se llevó Premio Max y Premio Unión de Actores al mejor actor protagonista de teatro. ¿Desde cuándo esa dote?
Siempre me gustó lo de cantar y cuando empecé como actor hace unos 33 años, intenté abarcar el mayor número de disciplinas posible: clases de canto, baile, interpretación, aunque en la época en la que yo empecé eso no era muy común. Si hago las cosas, me gusta hacerlas bien. Luego lo dejé un poco apartado, porque la trayectoria mía no incluía ningún género musical. Pero cuando me llamaron para volver a hacerlo, me reenganché y tomé clases de canto de nuevo. Para cantar hay que tener buen oído y cierta técnica para resistir. No es lo mismo cantar un día que cantar seis días en la semana como en Follies.
Hablando de música, ¿qué género le tira más? ¿Jazz, blues?
Sí, son los que más me atraen. Y me gusta mucho en general el teatro musical y bandas sonoras de obras de teatro que intento comprar siempre que salen y hacerme algún viajecito a Londres para verlo. Abarca todos los estilos: desde rock a baladas.
¿Cómo lleva los idiomas? ¿Alguna vez se ha asomado al mercado extranjero por iniciativa propia o por la llamada de algún director?
El inglés lo hablo bien desde pequeño. Participé hace años en la película Beltenebros, de Pilar Miró, o Go for gold, que produjo Win Wenders y dirigió Lucian Segura. Se rodó en Benidorm. Yo hacía de un policía superchungo, un tipo repugnante, pero me lo pasé pipa. Pero no he hecho ninguna intentona de entrar en el mercado extranjero, tampoco ha habido ofertas como para salir corriendo.
¿Sabe si alguna vez ha existido una especie de ‘caza de brujas’ en el cine español por el Gobierno, sea del signo político que sea?
En general hay algunas personas del Partido Popular a las que parece que los actores no les gustamos mucho. La prensa más afín ha machacado a muchos compañeros porque han expresado sus opiniones en la gala de los Goya y me parece intolerable porque como ciudadanos tenemos el derecho de decir lo que nos parece, cuando gobierna el PP, pero también cuando gobernaba el PSOE.
¿Eso se nota a la hora de recibir contratos?
A mí directamente no me ha pasado, yo siempre he dicho lo que pensaba en entrevistas. No sé si a algún compañero le ha pasado.
¿Se acuerda de la primera vez que se subió a un escenario, en la obra teatral Procesos en sombra de un burro en 1976? ¿Alguna anécdota?
Estaba asustadísimo. Yo hacía del burro, que no hablaba en toda la función, y al final de la obra tenía un monólogo, yo tenía 19 años, y estaba como flotando, una ilusión enorme, pero por otro lado, me acuerdo del susto tremendo: “Ahora cuando me toque hablar, no voy a tener voz”, pero luego abrí la boca y salió.
¿Qué hace un actor para ejercitar esa memoria donde almacenan no sólo textos, sino todo lo que conlleva rodar una escena?
Siempre he pensado que la memoria es un músculo que si se ejercita, se pone más grande. Entonces como los actores estamos permanente utilizando ese músculo, por eso tenemos una memoria más desarrollada. Esto lo puede entender cualquier persona recordando su etapa de estudiante. Es curioso, hay dos tipos de memoria para los actores: lo que yo llamo la ‘memoria basura,’ en una película o serie de televisión, memorizas cada día textos diferentes de escenas distintas a diario y luego los olvidas; y la memoria a largo plazo, con el texto de una obra de teatro en un año, se queda en una especie de archivo. Dos tipos de memoria, según hagas cine o teatro.
Como apuntó una vez en una radio catalana, busca “un cómplice” en aquel director con el que trabaje. Decía: “Que me mire, me escuche y ayude en el viaje para contar un personaje”, como pasó con Claudio Tolcachir en la obra de teatro Todos eran mis hijos. En numerosas ocasiones ha trabajado con el director José Luis López Garci. ¿Él ha sido también ese cómplice en la gran pantalla? ¿Qué tiene que no tengan otros?
Afortunadamente casi todos los directores con lo que he trabajado han sido cómplices con los que he podido crecer, he tenido buena comunicación: Miguel Narros y José Carlos Plaza fueron mis maestros. Garci, además de ser un buen amigo, ¡me llama mucho, creo que he hecho cinco películas con él! ( risas). Hemos trabajado muy a gusto juntos, él es muy respetuoso con los actores, los cuida mucho y crea un ambiente de trabajo muy agradable. Últimamente en televisión, Salvador Calvo es un director que me gusta mucho con el que acabo de rodar una nueva serie interesante de seis capítulos, Hermanos, que creo se va a emitir en Telecinco en otoño. Hago el papel del padre de los chicos.
¿Hay algún compañero de profesión que le haya dejado sin palabras por su calidad artística?
Tenemos muy buenos actores en España. Recuerdo el trabajo espectacular de Blanca Portillo como Segismundo en La vida es sueño. Y gente con la que he trabajado, en el drama Todos eran mis hijos, que además estuvimos en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria (2011), me quedaba sobrecogido con Gloria Muñoz, Fran Perea y Manuela Velasco.